lunes, 31 de agosto de 2015

Capitulo I

No tengo un recuerdo nítido de mi infancia, más bien son fotografías borrosas, pero por recordarme, me recuerdo hasta en la cuna, y mira que dicen que eso es imposible. Pero es que yo, en mí mismo soy imposible.
Nací en casa, que tiene su misterio. Además nací tres días después de que muriera Franco, lo que ha condicionado el relato de mi nacimiento y hasta de mi propio nombre.
Yo siempre he sido de hacer cosas raras, y debe ser que me gustó la idea de escoger una fecha especial y una situación especial, ya que mi madre estuvo de trajín dos días con sus noches para parirme.
Primero fue al hospital de La Paz, donde el Caudillo estaba de cuerpo presente, y como no era cuestión de atender un parto en un hospital bajo esas circunstancias, la mandaron para casa y que se las apañara.
Me cuentan que mi padre buscó una comadrona, palabra que a mí siempre me sonó a comadreja y que me hace poner cara de bicho a la persona que me ayudó a llegar aquí; que mi hermana Rosa Ana, que tenía cuatro años solo daba vueltas con el triciclo por la casa sin enterarse muy bien de lo que estaba ocurriendo y que mi tía Isabel ayudó al parto porque ella era muy de ayudar a todo.
El caso es que, como es natural, yo no recuerdo nada gracias a Dios, por que dicen que nacer es muy traumático ya que se aplasta la cabeza, los huesos se aprietan unos con otros y se sufre bastante de claustrofobia.
Nacer es incomodo para madre e hijo.
En mi familia dos de nosotros hemos nacido en casa; mi madre, muy adelantada a su tiempo, debía tener gusto por este acontecimiento casero.
También tengo que agradecer al Caudillo llevar de segundo nombre el suyo, ya que en principio iba a ser Julio Cesar que será nombre de emperador, pero a mi no me gusta nada.
Nací en la misma  casa en la que he vivido toda la vida, mi casa, y rodeado de toda la gente que me quiere ¿que más puedo pedir a la vida?.

Me pusieron de nombre Julio por mi padre, mi tío, mi abuelo, mi tio-abuelo y no sé quien más. A mí mi nombre me gusta por que es muy de mi familia, pero en realidad no me gusta como a la mayoría de la gente por que de tanto oirlo nos solemos cansar. Desde pequeño tuve que aguantar las típicas bromas de "Julio y Agosto" y otras gilipolleces varias pero como siempre me ha dado todo igual me lo he tomado con Humor. En realidad me hubiera gustado llamarme David o Daniel, por que todos los Davices y Danieles que conozco son majos y la mayoría guapos, pero me tocó Julio y he terminado por acostumbrándome.
Mi madre cuenta que mientras yo nacía el día 23 de noviembre del 1975, una pequeña tele en blanco y negro que permanece aun en nuestra casa de campo estaba puesta de fondo, y que mientras yo asomaba la cabeza como podía enterraban a Franco con el himno nacional. Estas cosas solemnes siempre me gustaron mucho.
En mi adolescencia, abducido como estaba por el espíritu místico en el que me andaba, algunas veces pensé que tal vez  fuera su reencarnación...¡Y al tercer día resucitó! pensaba yo. Mucha gracia como que no me hacía, eso de ser la reencarnación de Franco no molaba nada, pero en fin, estas cosas no se escogen.
Por suerte con los años descubrí que no, que yo de reencarnación de Franco nada de nada. Debía ser reencarnación de otra cosa, pero de Franco ni muerto.
Un día me echaron las cartas y me dijeron que había sido un guerrero medieval, un monje tibetano del siglo XVII y no sé cuantas cosas más, pero eso es otra historia de la que tampoco me fio. Los adivinos se lo dicen a todo el mundo
La única realidad es que fui el último de cuatro hermanos y que  nací sobre-protegido por los tres que ya estaban aquí ya, sobre todo por los dos mayores.
Con mi hermano José Luis, Josechu como se le solía llamar por haber nacido en Baracaldo, me llevo 17 años; nada menos que 17 años lo cual me ha hecho verle como un híbrido padre-hermano. Tengo el recuerdo de él como alguien muy grande de tamaño. No lo es, es normal, pero para mí que era tan pequeño mi hermano me parecía enorme.
Le recuerdo con buen genio, sigue teniéndolo, con una paciencia infinita salvo cuando a mi madre se le agotaba y entonces él nos regañaba por algo, cosa rara.
Desde joven a sido un hombre pegado a un libro. Tengo su imagen grabada en mi memoria: sentado en el sofá con un bigote largo y  un libro en la mano. Mis primeros recuerdos de él son también con una copa de sol y sombra muy grande después de comer. Creo que de mi hermano recuerdo todo muy grande por mi pequeñez: copas grandes, bigotes grandes, manos grandes, para mí era como un gigante al que siempre he respetado mucho.
A veces cuando hace algo que me molesta pienso: se lo voy a decir se lo voy a decir, pero luego le veo y vuelvo a ser pequeño otra vez. Es inevitable, siempre ganará...
Se casó muy pronto con Loli, una chica muy delgada a la que siempre recuerdo bajo el calor del verano, con un vestido muy fino estampado en flores y un toque de delicadeza. Su familia tenía una casa cercana a la nuestra y ocurrió que surgió el amor.
La mayoría de mis vivencias con mi hermano son ya fuera de la casa familiar. El se casó cuando yo tenia 8 o 9 años.
Con esa diferencia de edad tan grande entre los dos hermanos mayores y los dos pequeños, mi madre, casada como estaba de criar hijos y cambiar pañales decidió distribuir la tarea de los pequeños entre los mayores; así pues José se ocupaba más de mi hermana Rosa que de mí y yo andaba siempre colgado de Paqui, mi otra hermana.
Si mi hermano era un híbrido entre padre y hermano, Paqui tenia un papel mas de madre que de hermana.
De ella recuerdo todo como si no hubiera pasado ni un día.
Cuando yo nací, en plena época de los 70, mi hermana tenia catorce años, lo que viene a decir que cuando yo tenia 4 o 5 años, ella tenia casi 20 y le gustaba ir a la moda del momento como es natural.
La recuerdo con el pelo lacio y rojizo, la raya en medio, vaqueros de campana, camisa de cuadros y una gafas horriblemente grandes que le ocupaban casi toda la cara. Hoy en día sería una Hipster en toda regla. Cuando yo tenía siete u ocho años ponían por la tele un programa infantil que se llamaba la cometa blanca y donde cantaba una mujer  que se llamaba Rosa León. Pues mi hermana era como ella en aquella época. Por eso a mi Rosa León me caía bien, al igual que Teresa Rabal  que se parecía a mi prima Rosi.
Paqui era y es la persona más paciente e independiente que conozco ademas de aplicada. Se pasaba las tardes estudiando en la habitación pequeña, con una lampara verde encima de la cabeza que a mi me parecía fascinante por que tirabas de ella y bajaba hasta la altura de la mesa, un montón de libros y folios llenos de apuntes y rodeada de niños. Ella siempre tuvo  la extraña capacidad de no des-concentrase aunque alrededor jugáramos un montón de niños pequeños haciendo ruido. Mi hermana y su auto disciplina  podían con todo.

La casa donde he vivido siempre y la que siempre será mi hogar no es demasiado grande ni demasiado pequeña, pero para mí siempre fue la casa ideal. A mi madre le gusta presumir de que su casa esta muy céntrica y es de esquina por lo que tiene mucha luz, y es cierto, pero añadiría además que tiene unas vistas privilegiadas sobre los tejados de Alcalá.
En mi época adolescente, la mas absurda de todas, me ponía unos cascos, los enchufaba al walkman, le daba al play, me asomaba a la ventana y cantaba con un ingles guanchuguanchu el Pictures of you de The Cure, el Question of time de Depeche, muy años 80 yo.
Mi casa tiene mucha luz, por eso de ser de esquina, y cuando mi hermano estaba soltero se encargaba de empapelar las paredes de toda la casa. Como era la época de la psicodelia, siempre compraba papeles muy en esa onda y al final las habitaciones parecían salones de alterne, menos el comedor que lo recuerdo con un papel pintado  muy churrigueresco y lleno de figuras extrañas entre doradas y verdes.
La habitación pequeña, que después de la boda de mi hermano pasó a ser exclusivamente mía, estaba empapelada de azul haciendo ondas en azules mas intensos y mas claros. Con este papel forraba incluso las puertas de los armarios y a mi me parecía todo alucinante por que imaginaba que una discoteca debía ser así más o menos. Un día  amaneció en la habitación una bicicleta estática y allí se quedó para siempre junto a  un tocadiscos gris que tenia el altavoz en la misma tapa y un montón de discos de música negra que nunca escuchaba tipo James Brown o Jackson Five y que jamas supe de donde habían salido. Tenía un par de discos buenos, uno de un grupo de rock psicodélico que se llamaba Bloque y que tenia una portada anaranjada con una tumba que a mi me parecía lo más, y otro muy bonito plateado que no sé de quien era pero que su carátula era una autentica obra de arte. Probablemente mis dos hermanos mayores despertaron mi amor por la música que siempre estaba de fondo sonando en casa.
En esta habitación psicodelica fue donde crecí. Cuando mi hermano marchó a formar su familia se quedó enteramente para mi. Era afortunado porque mis hermanas compartían la de al lado.
En algunos aspectos me daba un poco de envidia, ellas se lo pasaban bien durmiendo juntas y compartiendo armario, y yo siempre estaba solo en el cuarto de al lado, pero al mismo tiempo me daba la independencia que siempre he reclamado.

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